jueves, 2 de junio de 2011

Nando lidera la Caza




Poco a poco la algarabía se convierte en alegres silencios con rumor de agua y de brisa jugando con las hojas en los árboles.

La paciencia aminora los movimientos con ayuda de la prudencia.
La concentración toma cuerpo en sus rostros.

Al compás de la naturaleza, el cuerpo va tomando el ritmo de lo que le rodea, como si ambos se agarraran suavemente para bailar un vals que conocen desde siempre. El mismo ritmo que acompaña el riachuelo, donde los posos van fijándose, despacio, al fondo, dejando correr el agua cristalina.
Muy lejos de la taquicardia diaria que nos tiene las aguas revueltas y los sedimentos desordenados.





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