miércoles, 17 de noviembre de 2010

Romance tras la ventana


A saber por qué oí yo sus murmullos, su risa nerviosa y queda, entre el ruido de vasos y de la leche en la cafetera poniéndose a punto para mezclarse con el café en tazas blancas.
Ardiendo todos, café, leche, cortina y planta.
Acercándome supe de su timidez. De la timidez del primer amor, tras una ventana.
Que sonrojarse no pueden, aunque lo hagan. Y yo lo ví, por no ser indiscreto, disimulando la mirada.
Temblaba aquella hoja, como una mano, mientras buscaba acariciar a su amada. Una primera caricia.
Y ella, temblando también, espera. Y nos parece interminable el momento en que llegue a tocarla y todo arda como la estopa, como el café en la taza.
Que mariposas no ví, pero cientos allí volaban.