domingo, 12 de octubre de 2008

Conversaciones



Las pilas cargadas de la noche anterior, la tarjeta limpita, la cámara en su sitio y todo lo que necesito para la visita del médico en Oviedo. Consigo, con mucha suerte, aparcar en el mismo borde del parque de San Francisco. Sólo tengo que atravesarlo rápidamente y en un par de calles ya estaré en la clínica. Llego tarde. Con algo más de suerte estaré fuera en media hora y podré darme un corto y tranquilo paseo por el parque, con sus majestuosos árboles, y sacar alguna foto.

Pero la suerte, si llamamos así al hecho de que pase lo que queremos que pase, se debe haber quedado de camino. A la hora y media, otra vez con prisa, salgo aún sorprendido y aturdido por el perenne silencio de la repleta sala de espera. Enciendo la cámara y atravieso el parque pensando en el ticket de aparcamiento, tendré que renunciar al paseo, lástima, para una vez que salgo.



Y me doy cuenta, mientras le camino acelerado, que el parque está lleno de conversaciones, qué curioso, y pienso 'otro dia será'.